Con un mate en la mano estoy partiendo de mi última estadía de vuelta a Buenos Aires, donde ya el martes tengo que despedirme por no sé cuantos años de la Argentina.
Mi penúltimo lugar fue Esperanza pero por una razón distinta que promocionar y capacitar por YFU.
Al llegar a la terminal de Santa Fe me esperaba un señor de mayor edad, de vista muy simpática. Es un pariente mío muy lejano de parte de mi abuela. Hace unos años atrás él empezó a investigar en su descendencia y se puso en contacto con el hermano de mi abuela, el cual hace 2 años fue a visitar en suiza. Por lo tanto hace más de un año, cuando ya sabía que viajaré a Argentina, mi abuela me dio su dirección y número de teléfono, diciéndome que siempre recibe y se alegra de visita suiza.
Por todo el año lo recordaba pero no me tomé el tiempo a causa de otros viajes. Mi abuela mientras tanto pensó que me había olvidado y llamó un día a Buenos Aires a mi mama anfitriona. Apenas se podían comunicar pero mi abuela luchaba con el italiano y así Ana entendió que debía anotar unos numeros por una razon desconocida.
Igualmente pasó otro medio año más, viajando por toda Argentina, y al estar en la provincia Santa Fe, me dije, ahora es la oportunidad de cumplir esta meta, y en vez de tomar el colectivo de Reconquista a Buenos Aires, me fui a Esperanza.
Una corta pero muy linda estadía, conociendo sorprendientemente muchos suizos, ya que ahí hay una delegación muy grande de Suiza y además mi visita justo coincidió con un cura estadounidense que es suizo también y el primo de segundo grado de mi pariente Néstor.
Una vez más el mundo parece ser tan chico y por alguna forma estamos todos conectados.
Lo gracioso fue, darme cuenta, que yo tanto me adapté a Argentina, que Néstor, por su crianza, ya casi era más suizo que yo. Por su puntualidad, exactitud, estructura y compromiso.
Quiero destacar unos momentos de mi viaje desde el último post.
La provinvia Misiones, la tuve que dejar hace 3 semanas ya, pero me llevé unos recuerdos hermosos de esa provincia. Pude conocer las ruinas jesuíticas de San Ignacio Mini, el salto moconá, el único salto mundial que cae al costado de la corriente del río. Durante el viaje por la selva descubrí las viviendas de los indígenos guaraníes. Fui a visitar una amiga chilena en Foz do Iguazu y luego partí a Asunción. Una ciudad encantadora, donde me esperaba un amigo paraguayo, que conocí en Buenos Aires apenas llegaba el año pasado.
Fue lindo volver a encontrarme con amistades y descubrir nuevos lugares. Tras una capacitación en Formosa, que duró todo un fin de semana y donde implementé nuevas actividades, ya seguí el viaje a Goya. Aunque tuve la oportunidad de conocer los esteros del iberá, un lugar hermoso de la tranquilidad, me di cuenta que ya estoy bastante cansada de viajar y conocer nueva gente y empezaba a extrañar mucho a mi casa y mis seres queridos. Igualmente me puse las pilas para los últimos lugares, Avellaneda y Esperanza, y disfruté al máximo, sea bailando hasta la madrugada o escuchando cuentos de mis parientes.
Por más cansancio o resfrío, siempre me motivé nuevamente. Levantarse cada vez una vez más te lleva para adelante.
Ya estoy ansiosa de llegar con mi mate en la mano a mi segundo hogar - Buenos Aires :)


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